Zagreb, Croacia
¿Quién en su sano juicio se lanzaría a viajar con siete personas que no se conocían más allá de unas semanas? Bueno, nosotras, obviamente. ¡La locura fue total! Un mes después de habernos cruzado en la universidad, ya estábamos subidas a un avión rumbo a Zagreb, Croacia, como si nada. Siete almas en busca de la aventura, la diversión y, claro, unos recuerdos inolvidables. Si alguien hubiera dicho que estábamos locas, simplemente les habríamos respondido: “Claro que sí, porque la vida está hecha para vivirla”

Y Zagreb, oh Zagreb, en Navidad es todo lo que podrías imaginar y más. Las luces titilaban como diamantes, las calles se cubrían de nieve como un cuento de hadas de lujo, y el aire estaba cargado de magia, chocolate caliente y ese toque de misterio que solo la Navidad puede dar. Era como caminar en un sueño de cuento: plazas llenas de mercados de Navidad, donde la gente se sumergía entre los puestos brillantes, como si la ciudad misma nos estuviera invitando a quedarnos en su abrazo helado. Recorríamos las callejuelas con risas que resonaban por toda la ciudad, nos perdíamos entre las tiendas decoradas con esferas brillantes y el calor de las luces nos envolvía como un abrazo en una noche fría. No éramos un grupo de turistas, éramos las reinas de nuestra propia historia, construyendo recuerdos tan únicos que hasta las estrellas parecían brillar más fuerte para nosotros.

Porque, al final, eso es lo que hace que la vida sea realmente extra: hacer lo que nadie espera, ir a donde nadie se atrevería a ir, y rodearte de gente que entiende que vivir es hacer de cada momento algo legendario. Y aunque habíamos pasado solo un mes juntas, el viaje a Zagreb quedó marcado como un hito en nuestra historia de glamour y momentos inolvidables.