Entrevista Exclusiva a Paula Rodríguez
Desde pequeña, el deporte fue su vida. Aprendió a nadar antes que a caminar, pero fue la gimnasia acrobática la que realmente la atrapó. Al principio, la gimnasia rítmica no la convenció; necesitaba un reto mayor, algo que llevara su cuerpo al límite. Su madre la llevó a una competición de acrobacia, y fue allí donde se enamoró de la disciplina, especialmente de las chicas que lanzaban al aire con una destreza increíble. Sin embargo, el destino le tenía preparada una dura lección. Una grave lesión truncó su camino en plena preparación para el campeonato de Andalucía. Con tan solo una semana antes del evento, sufrió una caída durante una acrobacia, lo que le dislocó el codo. La medicaron, pero el dolor era más profundo de lo que imaginaba: la ansiedad y la incertidumbre la acompañaron en un largo proceso de rehabilitación. La gimnasia que había sido su vida, parecía quedarse atrás. Sin embargo, no se dio por vencida.
A pesar del dolor, se recuperó a tiempo para participar en su último campeonato, obteniendo una puntuación de 26,700 sobre 30. Con una dedicación inquebrantable, decidió que su siguiente desafío sería aún mayor. Y así fue: el siguiente año, representando a España en Bulgaria, alcanzaron el segundo puesto en un campeonato internacional. Su vida no era solo gimnasia. La disciplina que había cultivado desde pequeña la ayudó a afrontar el gimnasio de una manera diferente. Al principio lo odiaba, pero pronto se dio cuenta de que no solo se trataba de quemar calorías, sino de superar los límites de su cuerpo. Ahora, corre 10 km en una hora y ha levantado hasta 100 kg en sentadillas, algo que jamás había imaginado. En su camino, también tuvo que lidiar con los comentarios y comparaciones.
Paula, como estudiante de doble grado en ingeniería y matemáticas, su día comienza temprano. A las 7:30 am, se prepara para el día: un desayuno fuerte y nutritivo, que incluye leche caliente, tostadas de aguacate o huevos revueltos, para aguantar hasta la tarde. Luego, se dirige al gimnasio a entrenar durante una hora y media, ya sea con pesas o corriendo. Después de su entrenamiento, se dedica a sus estudios en la biblioteca hasta la tarde, con una pausa para merendar y mantenerse activa.
“Si te lo propones, puedes. La mente es más fuerte que el cuerpo.”
Aunque el día de pierna es el más desafiante, su favorito es el día de hombro. Disfruta viendo los resultados en su cuerpo cuando entrena esa parte, especialmente en ejercicios como el press militar. Y claro que un entrenamiento de glúteos la hace sentir como una diosa.
El chocolate negro y el queso son sus debilidades. Pero, como siempre, el equilibrio es clave. Ha aprendido a decir no cada vez que pasa al lado de su heladería favorita de camino al gimnasio y a disfrutar de las pequeñas tentaciones cuando las circunstancias lo permiten, como una buena salida con amigas.
A veces, se siente insegura al comparar su contenido con el de otros, pero ha aprendido a no caer en esas
comparaciones. Lo que muestra es lo que hace de verdad, todos los días. Y la clave, como ella misma dice, es la rutina y la constancia. El gimnasio no siempre motiva, pero la disciplina sí. Como cuando te enamoras: al principio es emocionante, pero la verdadera prueba está en quedarse.
La música la acompaña en cada momento: al levantarse, al estudiar, al entrenar y al dormir. Porque, como todo en la vida, lo que realmente importa es la constancia y el esfuerzo.
