Un cumpleaños fuera de lo común
El año pasado, decidí que mi cumpleaños iba a ser diferente. Quería algo más que una fiesta y una celebración típica. Quería vivir algo que dejara una huella imborrable y marcase un antes y un después.
Asi que tras no mucho pensar, decidí ¿qué mejor lugar para hacerlo que París?
París es ese sitio que toda chica necesita visitar al menos una vez en la vida, acompañada del amor de su vida, de sus amigas o simplemente perdiéndose sola entre sus calles.

Llegamos a París por la tarde, con el atardecer más impresionante que había visto nunca, además de esas calles que solo ves en las películas y cada rincón con su propia historia, el aire se llenaba de una mezcla entre el increíble presente y las incontables historias que han sucedido en cada esquina. Desde Montmartre, con sus vistas impresionantes y ambiente bohemio, hasta las avenidas llenas de tiendas de lujo y cafés sofisticados, París tiene una capacidad única de hacerte sentir como si estuvieras viviendo un sueño. Y en ese momento, sentí que estaba viviendo el mío.
Lo que comenzó como un paseo por el Sena, rodeada de luces suaves y arquitectura que sólo veía en las películas, se transformó en un viaje en el que me conocí a mi misma más que nunca.
Al final, la vida sólo es un lienzo en blanco, y cada trazo que damos nos acerca más a la obra maestra que somos.
“Si no te dicen que estás loca por hacer lo que quieres, es que realmente no estás viviendo, solo estás existiendo.”
Vivimos en un mundo donde lo seguro es ser común, seguir la corriente, pero si sólo te dedicas a seguir la corriente acabarás en un río estancado que jamás te atreviste a desbordar. Lo que nos hace sentir verdaderamente vivos es hacer lo que se supone que no haríamos, salir de tu zona de confort y dejar que te lleve hacia lo inesperado. Porque si no te llaman loca, tal vez aún no estés viviendo como deberías.
La verdadera magia está en desafiar la norma, en ser la excepción y en abrazar lo extra con todo el alma.