Carta al futuro pasado
Muchos piensan que la vida es algo que debe seguirse al pie de la letra. Te caes, te levantas, conoces y te desconoces; pero dentro de este bucle que parece haber sido preescrito en un manual de instrucciones se encuentra algo más. Algo de lo que mucha gente pasa por alto toda su vida.
Esta es la sensación de que todo el mundo vale para algo, incluso esa persona que parece que nunca ha hecho algo decente con su vida y se pasa los días simplemente esperando a eso. Que pasen.
En el momento en el que te das cuenta de que la vida no tiene reglas y puedes disfrutarla como tú quieras es cuando realmente has encontrado el secreto. Has encontrado esa libertad.
Esa libertad no es otra cosa que la capacidad de reinventarte, de romper las cadenas invisibles que la sociedad, y a veces tú misma, has colocado alrededor de tus pasos. No se trata de seguir un guión, sino de escribir el tuyo propio, con tachones, con versos improvisados y con capítulos que jamás imaginaste.
Sin contradicción no hay evolución
Es en ese instante, cuando decides dejar de mirar el reloj y empiezas a vivir cada segundo sin medirlo, que comprendes que la vida no está hecha para ser perfecta, sino para ser vivida. Para arriesgar, para amar sin miedo, para fallar y aprender. Porque incluso en el caos, incluso en los momentos más oscuros, hay una chispa esperando a convertirse en fuego.

Y ahí está lo mágico: no necesitas la aprobación de nadie, no necesitas que tu camino se parezca al de los demás. Lo único que necesitas es el valor para dar ese paso, para bailar aunque no haya música, para soñar aunque todos estén despiertos. Porque la verdadera belleza de la vida no está en lo que hacemos perfectamente, sino en lo que hacemos con el corazón. Así que suelta el manual de instrucciones. Arriésgate. Y recuerda que la libertad no es algo que se encuentra fuera; es algo que descubres dentro de ti.